Mi cliente me pidió el divorcio

Principales causas de la insatisfacción y deterioro de la relación con el cliente y por que le piden el divorcio a sus proveedores actuales sin avisar

Al comienzo todo fue muy hermoso. Logré ganarme su confianza siendo amable y atento, preocupándome de todos los detalles. 

Le ofrecí un excelente producto a un precio increíble. Para convencerlo de que sea mi cliente le mencione una frase que siempre utilizo y casi siempre me funciona “Si necesitas algo no dudes en llamarme, estoy para servirte”.

Lógicamente no pudo resistirse a tanta maravilla y accedió a ser mi cliente. Durante los primeros meses la relación fue estable. 

Yo cumplía mi parte del acuerdo y ganaba mucho dinero. Si mi cliente tenía algún problema yo corría a solucionarlo. 

Por momentos llegue a pensar que esa relación era perfecta y que duraría toda la vida.

Mi cliente me pidio el divorcio

¿Cómo se deteriora la relación con el cliente?

No puedo negar que como en toda relación siempre existieron algunos desacuerdos y discusiones. 

En ocasiones mi cliente me pedía cosas que yo no estaba dispuesto a entregarle debido a que no era un buen negocio para mí, pero a pesar de esto seguimos trabajando juntos y a mi cliente parecía no importarle, por lo menos eso daba a entender.

La relación empezó a deteriorarse cuando mi cliente me habló de otro competidor con un mejor precio y algunos valores agregados que yo no le brindaba. 

Por supuesto, me defendí alegando que lo barato sale caro y que no crea en falsas promesas, que lo nuestro era real y seguro.

La comparación con la competencia se volvió recurrente y debo admitir que empezó a molestarme. En mi mente surgían pensamientos negativos como:

  • “Si no le gusta lo que le ofrezco, que se largue”.
  • “Que se vaya con la competencia a ver si le ofrecen lo mismo que le doy yo”.
  • “Si se va, seguro que regresa arrepentido y con la lección aprendida”.

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Principales síntomas de un cliente insatisfecho

En realidad lo que más me dolía es que esté pensando en traicionarme y cambiarme por otro proveedor más barato. 

No podía admitir que otro proveedor sea mejor que yo y lo peor es que no tenía idea de que hacer para satisfacer de mejor manera sus necesidades.

Mi cliente se volvió más exigente y me ponía a prueba, con solicitudes que sabía yo no podía cumplir. 

En honor a la verdad, no quería cumplirlas porque me parecía que estaba intentando aprovecharse. 

La comunicación se fue limitando y en las pocas ocasiones que hablábamos, la conversación era tensa y muy corta.

En una ocasión me amenazó con cambiar de proveedor, pero no le hice caso por que estaba seguro de que me necesitaba más de lo que yo a él. 

Nunca imaginé que se atrevería hacerlo.

De repente dejó de comprarme. Al comienzo no me importó porque pensé que todavía tenía mis productos o porque estaba intentando asustarme. 

Como yo no me dejo chantajear por ningún cliente, le seguí el juego y no lo contacté durante un tiempo, esperando que regrese arrepentido.

¿Cómo lograr la excelencia en el Servicio al Cliente?

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Recuperar a un cliente insatisfecho es casi imposible

Ya todos deben conocer el final. Mi cliente nunca regresó.

Como mi facturación cayó y empecé a ganar menos dinero, me di cuenta de lo importante que era mi cliente y corrí a visitarlo para intentar salvar mis ingresos, perdón la relación.

Cuando llegué a su oficina me encontré con una desagradable sorpresa, mi cliente estaba con el otro competidor y al parecer se sentía muy feliz. 

Intenté conversar a solas pero no me dio la oportunidad, simplemente me dijo “quiero el divorcio”.

Desde entonces no me ha dado la oportunidad de visitarle y no contesta mis llamadas, ni siquiera responde a mis correos con promociones.

¿Cómo fidelizar a los clientes?

Ahora que estoy más tranquilo y con la cabeza fría, me doy cuenta de mis errores:

  • Realmente no estaba interesado en la relación con mi cliente, sino en su dinero.
  • Nunca me preocupé por saber si estaba satisfecho y no me esforcé por brindarle mayores valores agregados.
  • No supe cómo reaccionar cuando me sentí amenazado por otro competidor.
  • Tuve la falsa creencia de que era el mejor y que nadie podía superar mi propuesta.
  • No fui capaz de escuchar sus demandas y permití que la comunicación muriera.
  • Mi orgullo fue muy grande, a tal punto que me arriesgué a perder mi cliente.
  • Solo intenté recuperar a mi cliente cuando entendí su importancia, pero ya era demasiado tarde.

Finalmente y por las malas, entendí que no hay un desenlace feliz cuando se pierde un cliente.